lunes, 18 de abril de 2011

ich bin der welt abhanden gekommen




Basta ya de este circo
de sonrisas forzadas,
de mujeres sin nombre,
de músicas horribles,
de lugares caretas.

Asco y oscuridad
de no reconocerse,
de no ser uno mismo.

Basta, también, de otros circos:
el barrio muerto,
la familia unida,
domingos de tristeza,
sermones de papel
(el fracaso y el éxito,
la voluntad férrea,
la conducta intachable,
la gente como uno,
y demás vestigios de
los dinosaurios).

¡Y basta, por favor,
de intelectonanistas!
Son realmente insoportables,
se creen dueños de la verdad,
de la cultura, del “buen gusto”.
No se dan cuenta de que,
de tanto amar a la cultura,
terminan destruyéndola.


Hay, por último, cosas que
(como la grasa de las capitales)
ya no se bancan más:
la prepotencia, la impunidad,
la traición, la farsa, los velorios,
la navidad, la cruz, la culpa.


Uno siente que todo lo que por años le contaron
era una mentira tan enorme, tan pesada,
que cayó –como las ciruelas del fondo-
por su propio peso y podredumbre.


Y cada vez entiendo menos.
Si hasta parece que los hijos de puta
(que hacen mucho, pero mucho daño)
se quedan, permanecen
hasta la senilidad (¡viejos de mierda!)
mientras los jóvenes
-de ayer, de hoy- se las toman.

Por eso, no me vengan
con ninguna lógica,
ninguna religión,
ningún designio,
nada que intente explicar o justificar
las tremendas injusticias de esta vida.



Yo me he apartado del mundo,
vivo solo en mi canción.



MJT
18-04-2011