Noches de autodestrucción,
espejismos de
fama.
Domingos
desperdiciados
en limpiezas y
resacas.
Culpa.
Regresar al nuevo
hogar,
cada vez menos
nuevo,
cada vez más
propio.
Extrañar la
calma.
Pasar por la
heladería
con jaulitas, que
siempre
trae el perfume
amargo
de la que más te
quiso.
No abrazar enteramente
las nuevas ilusiones,
para qué si igual
te van a
cagar abandonar
olvidar,
cuando se den
cuenta
de lo poco que
sos.
Encima la resaca
en el cuerpo
que ya tiene unos
años.
Antes era fácil,
divertida.
Ahora es una puta
mosca
revoloteando en
tu mierda.
La realidad pesa.
Es una cruz que
se carga,
a menos que seas
un insensible.
La realidad dice
eme-eme,
dice pobrezaexclusión,
dice enfermedadmuerte,
todos los días
una piba muerta,
todos los días
una puta guerra,
también se murió
Juan el jardinero,
tenía
cincuentayalgo, joven,
y uno piensa la
pucha,
podría haber
charlado algo más
cuando venía a
cortar el pasto
a esa casa tan
vacía en estos días.
Pero es así, el
tipo se va.
“Pasó, pasó, pasó…”
(el viejo Gíntoli a los alumnos
que se atrasan medio compás)
Las luces:
El ciclo en la
terraza,
esa pendejada maravillosa.
Lxs compañerxs
de laburo,
de ruta,
los amigo,
las flores.
La fortaleza de
haber
entendido algunas
cosas,
abrazado ciertas
luchas.
El River de
Gallardo.
Próximos discos.
La esperada sinfo
(ponete las pilas!)
Motivos
suficientes
para resistir.
MJT
30/4/2017