martes, 22 de julio de 2014

dos crónicas mundialistas



I.


Miércoles 26 de Junio.12:30hs. Salgo de un colegio en Monte Grande y emprendo mi camino hacia la Biblioteca Mentruyt de Lomas, donde a las 15hs continuaba mi jornada. El plan: ver Argentina-Nigeria en un barsucho cercano a la biblioteca.

Viene un 165. Dudo, seguro tarda, da muchas vueltas, suben muchas viejas anti-mundial o anti-todo, etc. Me subo.
Efectivamente, tarda mucho. Colectivero hijoepú, ¿tan lento tenés que ir? Pareciera que no le importa que yo me pierda el partido o saber algo del mismo. Ni la radio prende el muy culiáu. Debe ser el primer colectivero en la historia que no prende la radio. Absoluto silencio. Son casi las 13 y recién llegamos a la curva de Turdera. El horror.
En la vida hay que tomar decisiones importantes. Por eso decido bajarme en la estación de Temperley y ver ahí el primer tiempo. Luego, más tranquilo, entre los 15 del entretiempo, caminar hacia la Biblioteca. Me felicito por mi plan.
Son las 13:03 y el colectivo llega a la estación. "Genial, no me perdí nada".
Me bajo casi saltando del bondi y corro hacia el puesto de panchos/sanguchesdemilanga/patis que está frente a la boletería... Asombro: el marcador dice Nig 0 - Arg 1. ¿Ya hicimos un gol???
En el puesto están amuchados los chochamus (linda cacofonía). Se me ocurre preguntar quién hizo el gol argentino. La respuesta nace espontáneamente: "Mes...", pero queda interrumpida por el empate de Nigeria y su correspondiente reacción en mi interlocutor. "Qué lo parió", exclamo, tratando de ahuyentar de mi persona la reciente condición de "yeta", "piedra", o sencillamente "pedazodeforrojuemilputas", atribuída a la relación de mi llegada con el empate nigeriano. Algunos me miran feo, y con razón. Algunos se van, calculo que porque tienen que tomar algún tren o ir hacia sus respectivos laburos o casas...
Me pido un sanguche de milanga y me arrimo al mostrador. Se ve como el tuje (lo están viendo por TyC). Me banco unos 20 minutos ahí, pero la mayoría de la gente se va. No tiene gracia verlo así, me falta el pueblo.
Escucho que lo están pasando en otro puesto de panchos de la estación. Luego de terminar mi sanbuche me dirijo al mismo. Unas 30 o 40 personas mirando. Se ve mucho mejor (están sintonizando la Tv pública. "Aguante este puesto, el otro es de la opo, por eso me miraron feo", me digo).
Está por terminar el primer tiempo, y el gol de Argentina no llega. Messi patea un tiro libre extraordinario que el arquero nigeriano saca al córner espectacularmente, arrancándonos un "uuuuh" a todos los chochamus del nuevo puesto-oficialista-buenaonda-enelquenadiesabequesoypiedra. Sí, arrancándonos.
Está al caer el gol argentino. Un viejo de boina (siempre hay un viejo de boina) le comenta a un pibe: "vamos que se viene el segundo". Lo dice con una convicción tal que parece casi la Providencia manifestándose a través de su voz rasposa y gastada por la vida en puestos de panchos, o tal vez sólo por la vida.
Otro tiro libre de Messi. Esta vez sí. Golazo. "Genio!", gritamos. Furor, alegría, abrazos entre desconocidos. Nos queremos por un instante.
Termina el primer tiempo. Me voy, como mucha gente. Todos nos saludamos.
Camino hacia la biblioteca Mentruyt. Son más cuadras de las que había imaginado cuando ideé mi plan magistral, por ende no llego para el 2do tiempo.
Me detengo en un barsucho de Lomas. Escucho puteadas. Ya casi temo preguntar, pero sí: gol de Nigeria y la pu.... ¿Seré yeta? Nah, demasiada gente llegando y yéndose de distintos lugares en este momento, Martiniano, vos no creés en esas cosas.
Entro al barsucho. Caras largas. Pido café, no hay. "No pasa nada, pibe, quedate a ver el partido". Alegría doble: me dijeron "pibe" y el fútbol humaniza hasta a los comerciantes. Aparece Rojo y pone de rodillas al arquer... ah, no, de rodilla mete el tercer gol. Gritos, abrazos. No tanto como en el puesto de Temperley, pero igual: nos hermanamos, sonreímos, comentamos, "miralo a este, quién lo juna", opinamos que está bien que Messi salga, hay que cuidarlo, que no, que Sabella es un cagón. Sale Messi. Aplaudo. Luego de un breve instante, aplaudimos todos. Siguen minutos de sufrimiento, lahorarreferí y esas delicias.
Termina el partido.
Agradezco a los dueños del bar y me dirijo a la Mentruyt a dar mis clases de piano, en las que comentaremos con cada alumno algo del partido.

Eso también es el mundial, amigos antifutboleros. Verlo solamente como un gasto millonario mientras la gente se muere de hambre es cuanto menos simplista. Es una excusa para hermanarnos, volvernos más humanos, saludar y comentar con desconocidos, abrazarnos, recordar que estamos todos viviendo en el mismo suelo, que los problemas son de todos, que no estamos tan solos, que hay más cosas de las que creemos que nos unen, Freude schoner Gutterfunken y todo eso. Por supuesto, sería utópico que esa hermandad y humanidad se diera todos los días y no solamente por un partido.

No ocurrirá, ya sé... pero no importa: ¿qué haríamos sin los sueños?

PD1: el periodismo deportivo es el curro más grande de la historia, ya ven.

PD2: aguante Messi, aunque nos quedemos en octavos. Gracias a él volvió a gustarme el fútbol.
PD3: por las dudas, no llego tarde a ningún otro partido del mundial. Yo no creo en esas cosas, pero...






II.



Miércoles 9 de Julio. 11hs. Día de la Independencia. Asado tradicional en casa a cargo de mi hermanito Guido. Mate y picada-desayuno con él y papá. El sol calienta bastante para ser invierno. La charla entre padre e hijos hace más hermoso el día. Todo está bien.
Llegan los pibes. Los de siempre. Los amigos que están en buenas y malas. Faltan algunos históricos del grupo, sí. También hay algunos nuevos. También faltan los que, por incapacidad de bi - o tri, o cuatri - locación, ven el partido en otro lado. Pero igualmente están, qué tanto.
La vida aleja y acerca, pienso. En realidad, si uno sabe manejarse, sólo acerca: a los que se alejan se los retiene con un mensaje, un llamado, un "cómoestástantotiempoquéesdetuvida", y cada tanto unas pizzas o una juntada para zapar y compartir música e historias. Con los verdaderos compañeros los años nunca pasan y las distancias no existen.
Asado con amigos: la mejor tradición argentina por goleada. Charlas, risas, nervios por el partido de semifinal que se nos viene. Ya son las 15hs, faltan 2 horitas nomás. Y nosotros tenemos que comernos ese asado descomunal. ¿Podremos? Y bueh, a hacer patria, che. El vino y la ensalada ayudan, claro. También la charla.
Se viene el partido. Se anotan algunxs más para sumar hinchada. El living de casa de repente parece más chiquito. Leo se sienta en el suelo. "¿Te traigo una silla? - Nah, estoy bien así, dejá!". Finalmente se agarra una silla, así que voy por otra. Ya estamos todos acomodados, esperando. Me mensajeo con mucha gente para calmar los nervios.
Internamente siento un miedo irracional que nada tiene que ver con lo bien que -cuando quiere, rara vez- juega Holanda. Sucede lo siguiente: hasta hoy había visto cada partido del Mundial en un lugar distinto. El primero en casa (también con lopibe´, luego de otro asado díadelpadresco), el segundo en casa de Pablito, el tercero en el puesto de panchos de Temperley y el barsucho de Lomas, el cuarto en el Colegio Grilli de Monte Grande, el quinto en la sede de Suteba en Lomas, previo al ensayo del Vocal... Y bueno, estoy cortando mi cábala, qué va a ser. Vale la pena el miedito por compartir un partido de tanta trascendencia con los amigos y con papá. Hay otras cábalas, el gorrito de alguno, el lugar fijo de otro. Todos sabemos que nada de eso tiene sentido, sí, pero no te movás de tu lugar porque se pudre.
El partido es intensísimo. Argentina maneja el primer tiempo, jugando muchísimo mejor que Holanda, pero el gol no llega. Messi patea un tiro libre y convocamos a todos los dioses, que no nos dan bola. O tal vez están escuchando al arquero holandés, que se avivó y los llamó primero. Cero a cero y al descanso. Salimos al parque, algunos fuman, pongo el agua para el mate, tiendo la ropa para que pasen rápido esos 15 minutos que a veces son eternos.
El segundo tiempo es mucho más sufrido, Holanda se anima, pareciera que no están cansados y nosotros sí. Nos pasamos el mate como si fuera un cáliz con agua bendita.
Se van los 90 minutos y parece que vamos derechito al alargue. Nos pre-infartamos con el casi golazo de Robben que Masche tapa magistral-providencial-heroica-ytodoloqueseteocurra-mente. "Mascherano y diez más", aquella frase maradoniana se pronuncia en muchísimos rincones del mundo en ese momento.
Vamos al tiempo suplementario. Esta vez yo también salgo a fumar. Dos, uno atrás del otro. Volvemos. Los nervios van en aumento, naturalmente.
Como contra Suiza, estamos seguros de que alguna va a entrar (y esperamos que sea nuestra), pero Holanda se anima aún más. Si no fuera por Mascherano... (correción al Diego: Masche y 8 más, vale por tres el hijo de puta). Palacio se come un gol hecho. Lo puteamos en treinta y ocho idiomas. Messi hace una jugada de Messi y manda un centro hermosísimo para Maxi que nos ilusiona a todos. Pero no. Penales, carajo.
Qué miedo tenemos. No somos careta y lo decimos, lo expresamos con la mirada, con los ahora tres cigarrillos que fumamos mientras decidimos si vamos a mirar o no esa más que segura injusta definición. Argentina jugó mejor, y mereció ganar durante el partido. Recuerdo la -injustísima- eliminación del 2006 frente a Alemania, en la que elegí no mirar los penales, y decido verlos. Anita mira para atrás. Pablito, según posterior confesión, miró solamente los de Holanda.
Romero ataja el primer penal. Tranqui, falta. Messi lo mete. Robben también. Garay (qué miedo) también. Patea Sneijder muy bien, pero Romero lo saca increíblemente. Ahora sí, algarabía. El Kun lo mete. El de Holanda que no sé quién es también. Si lo mete Maxi jugamos, después de 24 años, la final.
Desahogo total. Euforia, gritos. Algunos lloran abiertamente, otros lo disimulamos un poco. Papá está sentado en el sillón, seguramente temiendo por sus pulsaciones, pero bien. Yo salgo afuera y puteo. Me desangro la garganta. Tengo que cantar este viernes, pero a la bosta. ¡Por primera vez voy a ver a Argentina en una final del mundo!
Alegría. Nos abrazamos. Guido sigue llorando. Lo recuerdo llorando en la eliminación del 2010 (el 0-4 vs Alemania), en el mismo sillón. El llanto de hoy encierra y contiene y combate al llanto de hace cuatro años.
Me pongo a pensar en todas las cosas que pasaron en esos cuatro años. El debut y la corta vida de Parte del mar, las giras a Los Toldos con Yana Lui y la grabación de su disco misteriosamente perdido, la separación de los viejos, los problemas de mamá con el alcohol, mi incorporación al Vocal Del Sur (Coro de Cámara) y la magia de la 9na de Beethoven, el descenso y ascenso de River, la desaparición física del Flaquito, la grabación, edición y presentación de mi primer disco, Los jóvenes de siempre, algunos amores y desamores más o menos intensos, el despertar de una conciencia política, los 24 de marzo en la Plaza, el enamoramiento y desencanto del kirchnerismo, pero aún así la marca que deja algo tan increíble como la pertenencia.
Estamos acá. Sobreviviendo y viviendo cada vez mejor. Enteniendo muchas cosas, permitiéndonos disfrutar, que a fin de cuentas es lo más importante de esta vida.
Llamo a mamá, está bien. Nos mandamos por teléfono los abrazos que ya nos daremos personalmente. Salimos a festejar con los chicos, a caminar por Llavallol. Voy a buscar la corneta, en un armario desde aquél fatídico 2010. En las calles hay caravana. Sí, hasta en Llavallol hay quilombo, como en cada punto de nuestro país. Vamos hasta la avenida, pasan autos con banderas argentinas. La corneta responde a los bocinazos y viceversa. Vamos a un quiosco. Guido: "Hola... ¿tenés bocaditos Holanda?" (risa general). "Dame 11". "Y unos garotos", agrega Pablito. Acompañamos a Anita y Fer hasta la plaza Recreo, en donde hay fiesta. Ellos siguen hacia sus casas, nosotros nos volvemos.
Cada persona que pasa es un hermano, alguien con quien compartir aunque sea un instante. Vuelvo a pensar y a comentar con lopibe´: ojalá pudiéramos entenderlo siempre, y no solamente cada 4 años.

Argentina, te amo. Con todos tus problemas y miserias y discusiones y altibajos e ilusiones y decepciones. Con la cantidad de músicos pedorros levantándola en pala y los que consideramos la música como un verdadero arte teniendo que dar clases, cosa que a los casi 30 a uno lo obliga a plantearse la posibilidad de emigrar para poder vivir de lo que realmente sabe y ama hacer. Con la certeza de que en muchos lugares del mundo se vive mejor y de que uno probablemente sería más feliz, al menos profesionalmente.

Pero esto es una locura. Esta hermandad, esta alegría. Este día que no termina nunca, compartido en familia-amigos, como tantos otros. Los asados, las empanaditas, la pizza en Las Carabelas después de cada concierto del Vocal. El tren Roca. Las fiestas de verano en casa. Los cumpleaños. La gente. Las ilusiones.
"Esto en Holanda no te pasa", pienso con sorna.
El domingo vamos al Obelisco y que se vaya todo al carajo.







MJT