domingo, 26 de octubre de 2014

permeabilidades X



Creo que tengo
el corazón desperdigado
en tantos pedacitos
que ya ni siquiera se reconocen
entre sí, no se saludan,
se dan vuelta la cara.
¿Adónde llevarlos para darles entierro
(y tantas veces tendría
que haber enterrado otra cosa
-sí, la batata, señora- en lugar de
ser el respetuoso idiota
que supe y no supe ser),
el llanto sin canciones,
"un gusto, que estés bien"

y a otra cosa mariposa?

Por algo mis películas preferidas

son 8 y medio de Fellini
y todas las de Woody,
y El imperio contraataca, pero
no viene al caso: también
fuí un niño que se fascina con los colores
y los zumbidos y la escena
de Aiamiorfáder
y el grito desgarrador de Luke,
casi como cuando uno se da cuenta
de que tiene el corazón desperdigado
en tantos ojos y tetas y culos
tanta poesía, tanta música, tantas
voces, tantas historias
que ni siquiera a veces se sabe
quién te hace acordar a quién
y si te gusta porque sí
o te gusta porque no (maldita histeria)
o te gusta mucho
o un poco pero te da paja
todo el trámite todo el viaje
y preferís la ídem,
o no te gusta pero te da bola
te alimenta el ego
(y eso te sirve, claro,
pero enseguida te das cuenta
y tirás el achique
la dejás en orsái,
no sin antes asegurarte
de que está bien,
de que va a sobrevivir
al desencanto (!),
paráaa, como si fueras
Brapí, qué gracioso)
o te gusta de verdad
y ahí te quiere
mucho
poquito
nada
y dan ganas de deshojar
todas las margaritas
y todos los ojos
que miran al magma
hasta saciarse
aunque creo que nunca,
tal es la falta.


No es para tanto, che,
tenés ferné y amigos,
si al fin y al cabo tu vida
es música y palabras y discos y calles
recorridas y esperas.
Tenés sábados, hembras (?) y televisores
No preguntes más
por el amor. No escribas
poemas tragicómicos
desgarradores, anti-éxito,
tapalos, escondelos,
que no los vean,
que no sepan
que estás solo y necesitás
una mina (y una madre
que no esté borracha ni te mire
con los ojos perdidos),
una mirada que te reconozca.
No te enrosques, es la costumbre
de malvenderte, de llorarle
a la vida, de cantarle a Gardel,
hasta hace poquito dijiste
que ahora era todo adelante y que la actitud
y qué se yo cuántas boludeces más
que suenan bien, que tienen
un promedio de 80 megusta.


Por eso, mejor borrá
esta sanata lacrimógena
que estás escribiendo
al pedo, haceme caso.
O en tal caso subila
a tu blog y a los grupos
de los amigos que te conocen en serio
y saben que sos
el mayor perdedor del mundo,
aunque todos lo intuyan
apenas decís buen día.
Vos sabés que te quiero,
sos medio pelotudo a veces,
pero te quiero igual,
y sobre todo quiero que la pongas
más seguido que al fin y al cabo,
haceme caso, pibe,
es lo único que importa.
Servite otro ferné,
fumate un pucho
y andá a dormir
que mañana es domingo
de sol, de partituras,
de River puntero.


MJT
25/10/2014


lunes, 13 de octubre de 2014

todavía



Todavía me acuerdo de tus besos,
aunque otras bocas hayan intentado
barrer las migas, pasar lavandina,
no dejar rastro tuyo en mi persona.

Todavía me acuerdo de tu risa,
de tus suspiros y de nuestros juegos.
Están siempre a mi lado y cuando quiero
puedo invitarlos a charlar conmigo.

Sé que te cobijás por las mañanas
en unos brazos que no son los míos.
Sé que bañan tu frente o tus mejillas
labios que nada saben de mi historia.

Y sé también que lo que ahora escribo
es imprudencia, es espejismo, es aire.
Y me disculpo por mi incontinencia,
que quizás nuble tu tarde soleada.

Pero quiero que sepas que las noches
de risa y llanto y pelos enredados
al despertarnos juntos ya son magia,
estrella que no duerme, luz presente.

En este tiempo yo he aprendido mucho.
A disfrutar la plenitud del cuerpo.
A no dejar que gane la nostalgia.
A ser feliz, sabemos que no es poco.

He visitado caras, piernas, labios,
flores que alimentaron melodías.
Pero a pesar de ellas y de otras
que esperan aún por mi, reitero: 

todavía me acuerdo de tus besos.


MJT

17-8-2014