domingo, 27 de septiembre de 2015

palosanto


Flor del invierno,
exacta y hermosa.
Segundo nombre
que dice más exactamente
tus ojos (uno marrón 
y otro a su lado)
y tus labios
y tus historias.

Perfume del bar en cuyo umbral
seguiré viéndote por siempre
quizás un poco temerosa,
quizás buscando algo sin saberlo,
quizás escapándote del ruido.

Animarse a decir
“quiero verte de nuevo”.
Creer que ella también
se cansó de este sol,
viene a mojarse 
los pies a la luna.
Que ella se apartó del  mundo
y quiere, como yo, 
construír un Plutón 
acá en la Tierra.

Creer, ciegamente,
que cicatrices pasadas ya no dolían.
Confiar que vos y yo,
juntos contra todo el pasado, 
contra todos
los males de este mundo.
Imaginar que podíamos 
sembrar jazmines
en este páramo contaminado.

Noches de luz en mi túnel 
oscuro y solitario, 
en tu casa fría
que sin embargo era 
cálida y amable
porque estabas vos
y el alma de tu abuela
y tu colección de libros 
y discos y películas
que continuarán esperando 
mi llegada,
tu gato ronroneando, 
el vino, el chocolate,
el faso la guitarra 
la noche que transcurre,
las mutuas interrupciones,
tanto era lo que teníamos 
para decirnos.

Paisaje que uno promete
volver a visitar, 
y deja pendiente
flores, 
besos, 
caricias, 
palabras.

Más flores que debería haberte llevado,
más canciones en tu puerta, 
como un caballero
que cruza el foso 
y se enfrenta al dragón,
sin armadura, 
sólo con su coraje.


Limpiar mi cuarto, 
mi piano.
Abandonar la desidia.
Enfrentar al dragón-fantasma.
Sanar heridas, 
encender fuegos.
Limpiar mi vida 
por vos.


MJT
28/9/2015