miércoles, 19 de junio de 2013

permeabilidades IX




No hay forma de tapar
aquellas grietas
que se han diseminado con los años,
que han formado abismos
imposibles, agujeros negros del alma.

Ni la música, ni la poesía.
Ni el amor de toda la gente.
Nada alcanza, se necesita una curita
demasiado grande, ridícula,
cuando uno ha sido descartado
tantas veces, de tantas maneras,
por tantas razones, por tantas.
Es una voz constante
que murmura al oído:
"no valés nada, hermano".

Es, mejor dicho, un monstruo
que se trepa a la espalda, que pesa
demasiado, que termina quebrando
voluntades, que borra la sonrisa.

Es también un veneno
que se filtra en la sangre,
inyectando de odio cada parte del cuerpo,
dándonos fortaleza,
una razón -al menos-
para no bajar el telón antes de tiempo.

Son ya tantos los días
sin años, que la vida parece
una monotonía gris (un túnel
oscuro y solitario, en palabras de Ernesto).
¡Y es que uno esperó tanto!
Creyó tan ciegamente
en mundos de colores,
en justicias ausentes...

Inútiles serán las palabras
de aliento: no hay manera
de volver a unir las superficies rotas,
sólo queda esperar
el estallido final, y ver qué se hace,
qué podemos construir
con los pedazos.

Ni siquiera estas líneas
tienen sentido alguno.
Y sin embargo
.







MJT
04/06/2013