lunes, 30 de marzo de 2015

espejo de verano



Compañera de
insomnios,
trasnoches
películas,
chocolates.

Si escribo sobre lo hermoso de tu sexo,
me vas a tildar -seguramente- de machista.
Pero se sentía tan correcto abrazarte,
acariciar tus piernas, besarte,
penetrar (poder hacerlo) y escuchar
tus gemidos que me convertían en hombre.

Por supuesto lo que más me importa
son las interminables carcajadas
con Alejo y Valentina, Los Simpsons, Eameo,
Les Luthiers, los Honest Trailers…
Y los encuentros que tanto me faltaron.
Vos haciéndome conocer a Buster Keaton,
a Miyazaki, yo a Gustav Mahler,
reencontrarnos ambos con Dolina.


Discurrir horas y horas
(siempre demasiadas para mi,
siempre pocas para vos)
sobre música, enseñanza, cultura,
educación, política, infancia,
los sueños, la salud, la muerte.
Escucharte, asombrado con tu inteligencia.
Discutir interrupiéndonos y también
lastimándonos sin intención
(es que tenemos tanto para decir,
fuimos tan poco tenidos en cuenta,
tan lastimados, descartados,
abandonados olvidados muertos)
hasta que la cosa se convirtiera
en un torbellino de malentendidos
y palabras que hieren, entonces basta.

Hacernos parte de nuestros pasados.
Sabiendo ambos que llenábamos vacíos ajenos.
Pero no importa, era tan humano estar ahí.
Tan parecido a lo que pocas veces tuve.


Me queda el olor de tu pelo
cuando salías de bañarte
la imagen de tu shorcito
que me incitaba a la acción,
tu voz y tus comidas y tu risa
y las gomitas Mogul y el helado,
y los mosquitos molestándonos
a las seis de la mañana,
nuestra hora de dormir.

Todo eso en un boleto que dice
“IDA Llavallol – Gerli”


Aunque nunca haya creído esa boludez
tan yanqui de San Valentín, y aunque
a vos seguramente esto te enoje,
fue el primero que pasé acompañado,
(seguro te retorcés
de tanta cursilería)
por ende siempre voy a recordar
ese 14 de febrero, cuando fuimos
a la feria de las colectividades
y comimos esos sandwich de bondiola
del stan de Finlandia, y yo tomé
dos cervezas de Alemania,
y caminamos entre la gente
por la plaza, en silencio,
un poco disimulándonos
en el ruido, el jolgorio,
un poco perteneciéndonos,
escondiendo las penas,
olvidando las cruces
que llevaremos ambos hasta el fin.

MJT
28/3/2015