viernes, 30 de septiembre de 2011

veintisiete


Cumplir 27 años me hizo darme cuenta de que ya no estoy para giladas. Ya no “la careteo”, podríamos decir. Me doy cuenta del poco tiempo que me queda para alcanzar mis sueños (o al menos, intentarlo) y me veo en necesidad de profundizar algunos caminos, y alejarme de otros. Entonces, quiero definirme para ver si los caminos que elijo son efectivamente los correctos.


Algunas características de mi personalidad:
Soy sincero (“sincericida”, a veces).
Soñador, testarudo, nocturno.
Totalmente obsesivo y perfeccionista.
Con un ego bastante grande, por supuesto.

Soy músico. 
Artista, mejor dicho.

Vivo todo el tiempo (o casi todo) con melodías en la cabeza. Algunas ajenas, algunas mías –la mayoría improvisadas-.
Escuchar música (en vivo, en un disco, naturalmente o con auriculares) es para mí un ritual casi sagrado, como leer un libro o ver una película.
Soy pianista: el piano es el instrumento que estudié (y en el que mejor puedo expresarme). Pero ante todo, soy compositor. Me gusta crear, ya sea una canción con letra, una improvisación o una obra escrita. El proceso de creación (aunque distinto en cada una de dichas facetas), es para mí excitante e incomparable con cualquier otra instancia artística. Escribir y -sobre todo- grabar música me gusta muchísimo más que tocar en vivo. Si bien el concierto siempre es la recompensa, el abrazo del aplauso, el sentido.
Me siento cercano, particularmente, a los siguientes músicos:
Gustav Mahler, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Bill Evans, John Lennon, Robert Fripp, Ludwig van Beethoven, Johannes Brahms, Claude Debussy. Por supuesto que me gustan muchísimos más, pero ellos son quienes más me representan (e influyen).


Con respecto a la literatura: creo que Julio Cortázar es con quien dialogo más cercanamente (además de considerarlo uno de los más grandes genios). Después: Ernesto Sabato (pese a lo que digan los eruditos), Jorge Asís, Hermann Hesse, Alejandro Dumas, Friederich Nietzche, J.R.R. Tolkien, José Saramago. En poesía, Oliverio Girondo, Francisco Urondo, y algunos más.

En cuanto al cine: Federico Fellini (especialmente en “8 y medio”) y Woody Allen son tan “cercanos” como Cortázar. Después: Stanley Kubrick, Tim Burton, Emir Kusturica, Giuseppe Tornatore, Alejandro González Iñarritu, Steven Spielberg, Robert Zemeckis, Damián Szifrón, Juan José Campanella... ¡Y cómo no citar a George Lucas, si la primer trilogía de Star Wars fue para mi el descubrimiento del cine!

De las demás artes me siento un total ignorante, si bien me gusta mucho la pintura. Pero no llego a disfrutarla del mismo modo.


Afortunadamente, tengo muchos amigos de verdad.
Algunos son casi hermanos, familia. Otros tal vez no son tan cercanos, pero aún así son grandes amigos, gente en la que confío plenamente.
Tal vez porque soy un buen tipo (dicen).
Tal vez porque nunca estuve mucho tiempo de novio.
Tal vez porque me gusta saber que están siempre, pero tampoco están siempre y puedo pasar un rato conmigo mismo cuando ellos se van.
Horas y horas compartiendo charlas, juegos, música, zapadas.
Compartiendo el humor como forma de sobrellevar la angustia, la soledad existencial (que es más jodida que la física).


La política me interesa mucho desde hace unos años. Creo en ella como el camino para lograr que el mundo sea cada vez un lugar mejor.
Yo fui uno de los tantos analfabetos políticos, de los que habla Bretch.
Claro que ayudó mucho que mi adolescencia transcurriera a fines de la década del 90 y principios de los 2000, con el famoso “que se vayan todos”.
Por supuesto, ese analfabetismo permitía que repitiera cosas que escuchaba por ahí, sin siquiera pensarlas. Algunos amigos -a quienes agradezco enormemente- me hicieron darme cuenta de eso.


Me gusta el fútbol. Jugaba y miraba de niño, luego dejó de interesarme, y hace unos años volví a disfrutar de él (incluso más que antes). Igual reconozco que me gusta más verlo que jugarlo. Ver al Barcelona y deleitarse con esa creatividad, con ese arte (¿será acaso el mejor equipo de la historia?). Ver a River y sufrir las derrotas, desahogarse con los triunfos.



Me gusta discutir, y sé que a veces me pongo pesado con ello. Pero es que hasta que alguien no me convenza –con argumentos- de que estoy equivocado, no me quedo tranquilo. A la mayoría de la gente no le gusta el conflicto. A mí me parece positivo: genera casi siempre algún tipo de superación. Obviamente que hablo de disputas intelectuales, sencillamente porque no comulgo con la violencia. Y porque no le pego a nadie.


Soy un poco hippie. Considero que el trabajo y el dinero son necesarios para vivir, y eso es todo. No entiendo a la gente que trabaja de algo que odia (excepto quienes lo hacen por obligación). Para ellos existen las vacaciones pagas, los domingos. No debería ser así... El trabajo es, para mí, algo que hacemos para mejorar el mundo en el que vivimos, y por el que cobramos un dinero que nos sirve para vivir. Pero vivir, vivimos todo el año y de lunes a viernes. Entonces, por más dinero que me paguen, nunca podría trabajar de algo que odio completamente. A menos, claro, que “no me quedara otra”. Pero conozco demasiada gente que vive de este modo, y por elección.


Fui educado en la religión católica, y en algún momento estuve lo suficientemente loco como para pensar en ser sacerdote. 
Tal vez puede existir un dios, un ser supremo. No lo sabremos nunca: algunos eligen creerlo, otros no. Stop. Todo lo demás me parece una gran mentira, una forma de manipulación. Especialmente la culpa y la negación del deseo sexual.
Ya lo dijo Woody: "no sabemos si existe Dios, pero existen las mujeres... y algunas de ellas usan lencería"


Esto me lleva al último tema: el amor.
No creo que necesariamente uno deba tener “un único amor para toda la vida”. Es más, en realidad es imposible comprobar que algo así exista.
Pienso que hay personas que nos marcan, que nos resultan atractivas desde muchos puntos de vista, no sólo el físico. Cuando dos personas sienten esto recíprocamente, se enamoran. Después, hay miles de circunstancias que pesan para que la pareja dure o no. No soy tan cínico como para negar que se puede estar enamorado de una sola persona toda la vida, sencillamente no conozco a nadie a quien le haya pasado. Estoy hablando de estar enamorado verdaderamente, y no por costumbre... Yo, personalmente, me he enamorado de -al menos- siete mujeres. Y todas, se los juro, pertenecen al mundo real.






MJT
29-09-2011