jueves, 29 de marzo de 2012

¿encontraría a la maga?



Sin embargo sigo
buscándote,
casi desesperadamente,

confundiéndome,
             esperanzándome,
                          decepcionándome,
                                        abandonándote,
                                                     odiándome.
Hodiándome.


Es cómica mi torpeza, a veces.
Es cómico repetir una y otra vez
la misma función, el mismo rol.

Es cómico, sí. Y triste.

Lo triste es no reconocerse.
No saber si es uno el que habla.
No creer en lo que se dice, a esta altura.

Es casi como una señal de alerta,
que nos obliga a detenernos,
sacarnos las anteojeras de caballo,
y mirar hacia el costado,
espantar los fantasmas.


Creo que te busqué
demasiado ya.
Creí verte en todas y cada una
de las “interesantes”.

¿Será que busco una idea?


Tal vez sea eso.
La idealización, siempre.


¿Puede un libro manejar nuestra vida?
¿Podemos ser tan idiotas?
¿O somos idiotas si no creemos en nada?
“En algo hay que creer”, dicen.
¿Pero si ese algo te destroza,
al punto de no saber si creés verdaderamente
o es sólo repetición, costumbre?

Es muy difícil derribar al mismo tiempo
todas nuestras columnas, caminar en el aire.
Necesitamos apoyarnos en algo.
Y nada, absolutamente nada es intocable.
Entonces... puede que eso en lo que creías,
(eso que te sirvió de apoyo durante tantos años)
sencillamente deje de ser útil,
o –peor aún- verdadero.


Tantas veces me cansé de cansarme.
De lugares, de ambientes.
De pensamientos.
De personas.

Y en esos momentos me creí un genio.
Como ahora mismo.

El problema es que somos la suma de nuestros días.
No existe una versión actualizada, un 2.0.
Creo que para eso hay que esperar
una –poco improbable pero quién sabe-
próxima vida.

Es innegable la influencia.
Nunca voy a poder dejar de buscarte.
(Así como nunca voy a poder
separarme de Mahler, de Charly)

Pero crecer.
Crecer, alguna vez.

Entender que
soñábamos
el sueño ajeno.
Y que el nuestro
es mil veces mejor,
sencillamente
porque es nuestro.



MJT
29-03-2012