domingo, 26 de agosto de 2012

permeabilidades VIII




¿Irme? Sí, y ser digno, tal vez.
¿Quedarme? Sí, y ser verdadero.

De todos modos, la dignidad (si es que existe),
tiene infinitas caras posibles.

Vos fuiste testigo de mi oscuridad más profunda,
y habrás comprendido que convivo con ella
desde hace años, que te excede ampliamente.
(así que liberate
de toda culpa o causa)

Irse cuando uno tiene ganas de quedarse es indigno.
Quedarse cuando uno tiene ganas de irse, lo mismo.


Que se rían los idiotas,
que gasten saliva
los consejeros del mundo.

Yo sigo mi camino, y es el de la verdad.
Te guste o no, te asuste o no.

La verdad.

La del corazón, 
la de los ojos.
La de hoy.
Mañana quién sabe.



Puedo ser otro Horacio
de esta Rayuela interminable que es la vida,

(qué casualidad, justo hoy
cumple Julito)
intentando buscarte
en futuras Magas, que las habrá, claro.

Pero no somos ellos.
No sos la Maga.
No soy Horacio.
(y menos mal, porque
a fin de cuentas Horacio es,
lisa y llanamente,
un pelotudo)

Tampoco soy Florentino.
Tampoco soy Martín, tampoco Bruno.

Tampoco sos Fermina o Alejandra.

Sos más hermosa que todas ellas.
Sos real -partamos
de esa base- y compleja,
indescifrable algunas veces,
más que obvia otras,
luna llena de agua, risa mía,
aún no escrita: tu nombre mañana.


Somos personajes de nuestra propia historia.
Sigamos escribiéndola.


Yo me quedo al lado tuyo.
No pienso escaparme, esta vez.
Me quedo aquí, inmutable.
No me podés echar.
Y bueno: jodete por prestarme ese libro de Whitman.




MJT
26-08-2012