viernes, 14 de enero de 2011

sobredosis


-Mientras el pibe “diez centavos nomás,
 lo que usted pueda”, yo analizo uno de los
Cinco movimientos para cuarteto de
cuerdas op. 5 de Anton Webern;
al pasar nota la partitura y me pregunta:
“¿qué son? ¿tus canciones?”-



Asco por el feo.


Recuerdo al borracho del tren, simple y trágicamente alegre, tocándole el culo a una mujer bien vestida –“ni las más putas me quieren”-; qué profunda y humana su mirada, perdida en el vino... Y ni te cuento las caras de todos los pasajeros: desde la risa en vano reprimida hasta el fastidio y el odio -ésos sí que no se reprimen un carajo porque es un escándalo y hay que hacer algo al respecto sino esta sociedad se derrumba y no es justo para nosotros los ciudadanos respetables-.


También los niños.
Que cantan canciones.
(aunque no como las que yo iba leyendo, claro)
Que tal vez nunca existen.
Que son tan solo cuerpos vacíos y pequeños.


Escepticismo gordo. Vergüenza de las manos.

Televisor de cincuenta y tres pulgadas.
Teléfono celular de última degeneración.
Tortafritas de hambre con mermelada fina.


Disimulo chiquito.



(Por el canal de la fantasía tampoco creas que te va mucho mejor, te lo digo por si las moscas, viste, porque hay gente que piensa que la erección... no pará, ¿cómo era?... la eyaculación... no, tampoco; ah, cierto: la sublimación te ayuda a sobrellevar toda la mierda, pero están terriblemente equivocados quienes así lo crean porque no se puede estar todo el día sublimando, viste).



Fálicamente, el mundo.
Putrefacto.
Tarde o temprano destinado al colapso. 
Corpóreo, che! (por internet)
Sin preámbulos.
Sin una gota de verdad (o algo parecido no crean que a esta altura voy a andar con pretensiones de una explicación filosófica no señor).



Y todo se oculta, se traga; hasta lo que se caga.


En los rincones las jeringas.
Desaparecen los muertos del hombre.




MJT
27/03/2007

domingo, 9 de enero de 2011

permeabilidades IV

  
Fuiste para mi lo siguiente: 

-un puerto tranquilo, 
-una paz verdadera, 
-una luz en mi túnel, 
-una caricia simple, 
-un lugar en el mundo, 
-dos alas que alivianan el peso de esta tierra, 
-un fuego que calienta mi casi siempre invierno, 
-un pensamiento cuerdo entre tanta locura, 
-una voz que disipa todas mis lejanías.


El vacío es grande, porque la ilusión también lo fue. Esta, sin embargo, pudo haberse amoldado a un cuerpo chiquitito, a una mente más limpia. Pero la suciedad que ha dejado la vida, todos los fantasmas que habitan en mi cuerpo, ya ves, la alimentaron.


   Por eso, no te culpes.
   Sólo quiero que entiendas.
   Y que seas feliz.


Y así, mientras los pájaros
me anuncian el mañana,
yo me despido ahora,
sin lágrimas, sin prisa,
tristemente me alejo
de tu hermosa sonrisa,
de tu voz que enamora,
de tus besos que sanan
este alma solitaria.



MJT
25/01/2007

domingo, 2 de enero de 2011

permeabilidades III




Al abrir los ojos, comprendí que el mantel ya estaba puesto antes de mi llegada, tal vez para evitar cosas como los desastres de antaño. No logró, sin embargo, cumplir con su función de preservativo humano, produciendo infinidades de crisis que, sumadas a la pestilencia de la calle, no hicieron más que retrasar el juego.



Vanos esfuerzos.
Perpetuo abismo.
Las caras ríen sobre mi espalda.


                                                ¡Si de algo
                                           sirviera volver...



Y por miedo al dolor, pasé mil veces.              
Y preferí observar el juego ajeno.                
Pero el encierro es vano, y el veneno
termina por concretarse en boludeces.              



Una tarde de enero (un enero nuevo del que se habla en otro poema) ocurrió, pues, el desastre. La tragedia de la irreversibilidad de los días (de la que se habla en algún otro) fue presenciada a conciencia. Dichas imágenes continúan atormentándome ahora, y seguirán haciéndolo por mucho tiempo, hasta que todos los sucesos tristes sean guardados con llave en aquél cajón de recuerdos, para no obstante salir a joder de vez en cuando...



Vos seguirás con tu vida,
yo debo callar mis penas.
No quiero que sepas, nena
del dolor que tu partida
me causará por las noches.


                                   ...y actualizarme a tiempo!

                                  
Gritos a nadie.
Sólo a los muebles.
En ellos yace la esperanza muerta.



MJT
16/01/2007