sábado, 26 de mayo de 2012

certeza





No hace falta, en realidad,
que me digas

                               nada.

Tampoco hace falta
que yo diga o calle.



Cuando te miro, entiendo el mundo.
Cuando me mirás, la música se detiene un instante,
deja de sonar en mi cabeza,
dejo de pensar en pentagramas.


Algunos dirían que
ese instante es la eternidad.


(En realidad, creo que es al revés:
en ese instante aparece 
lo más terrenal del ser humano,
lo que nos iguala a todos,
lo que nos recuerda que estamos 
vivos)



Así que no hace falta
que digamos nada.

Dejemos que el concierto siga.



MJT
26-05-2012

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