martes, 30 de octubre de 2012

caracoles y hormigas



Eran hormigas.
Un ejército infinito.
Salían, salían y salían
de dos agujeros
en la cocina de la casa.

Revoloteaban, muchas tenían
alas, pero elegían morir
en el piso, en la mesada, algunas
junto a los platos recién lavados
o adentro de las tazas,
tumbas raras para nosotros
pero no para ellas,
acostumbradas a vivir bajo tierra.

Forzaron el uso
de insecticidas y cepos.
Y nos acostumbraron
a utilizar la escoba frecuentemente,
creando así, sin quererlo,
un ritual mántrico,
barredor de pasados.



Eran caracoles.
Igual que las hormigas,
arribaron con las incesantes
lluvias de primavera.

Se habían declarado dueños
del jardín. Deambulaban
por el mismo, impunemente.

Fueron motivo
de celebración y charlas
en los cumpleaños.

Una noche me topé con uno de ellos
en el umbral de mi cuarto.
Por un instante nos miramos,
intentando huir rápidamente
de aquél incómodo encuentro.

Algún pisotón inadvertido
acabó con la vida de tres o cuatro.

Casi como una metáfora del mundo.


MJT
30-10-2012



2 comentarios:

  1. JAJAJA ¡Es buenísimo! Lo que más me gustó de todo lo que escribiste, lejos.

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  2. ¡gracias! evidentemente es mejor no escribirle a las minas, je.

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