Solsticio de invierno.
Luna llena.
Fogata donde
se
queman
las miserias.
Arde el cartelito con la leyenda de mi primer
santo (San Martiniano “el Ermitaño”: monje católico que se quemó los pies y se
arrojó al mar para no caer en la tentación de las mujeres) el día de mi segundo
santo.
Se consume el temor,
la duda
los fantasmas.
Las llamas
purifican,
son un fénix que fortalece.
Oscuros, días sin
años,
lejanos se ven ya.
Mueran.
Consúmanse en la
hoguera,
de una vez
y para siempre.
MJT
24/6/2015
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