Domingo de
lluvia, mate y facturas-que-sobraron-de-los-ensayos-de-ayer.
Pienso que esta
semana cumplo 33 años.
Es la edad que
tenía aquel jípi de pelo largo y barba -que promulgaba ideales de libertad e
igualdad social y hablaba del amor como principal valor- cuando lo crucificaron
los poderosos de turno.
Pienso que aquel
jípi se preguntaría hoy qué hicieron los poderosos con su hermano Santiago
Maldonado. Y si vos no te lo preguntás, de nada sirve que adores sus imágenes
de piedra.
Pienso también en
otro jípi al que mataron porque también hablaba del amor como lo único
necesario y era una voz muy fuerte en la lucha contra el negocio de la guerra
imperialista.
Pienso que unos
años antes, otro (más combativo pero no menos idealista) nos instaba a sentir
en lo más hondo cualquier injusticia contra cualquiera en cualquier parte del
mundo.
Pienso que otro
jípi nos enseñó a buscarnos a nosotros mismos, a cuidar con amor este jardín de
gente, a construír un mañana mejor.
Y otro nos
cantaba -cuando aún no entendíamos- que la persona que amas puede desaparecer,
y nos ordenaba encender los candiles porque los brujos pensaban volver a
nublarnos el camino.
Pienso que todos
ellos llevaban la libertad como bandera.
Pienso que en el
fondo siempre fueron el mismo (y quizás por eso me dejo la poca barba que me
crece y el pelo largo, porque yo también soy un poco todos ellos).
Pienso que uno
elige, afortunadamente, quién quiere ser y a quienes quiere parecerse en esta
vida.
A mi, todas esas
enseñanzas me definen. O por lo menos, intento que así sea en la cotidiana
lucha contra las comodidades y las contradicciones.
Pienso también en
los ensayos de ayer con Nameku y Escalera Banda, para la fecha del próximo
viernes junto a lxs amigxs de Aireeria. Va a ser un hermoso encuentro, con
festejos cumpleañeros, despedidas y bienvenidas, gente linda, caminos que se
comparten y nos hermanan.
Pienso que no soy
más verdadero que cuando estoy en un escenario haciendo lo que me apasiona.
Pienso que es
tiempo de profundizar los encuentros verdaderos, de disfrutarlos más, de
abandonar para siempre los miedos.
Que ya no es
tiempo de llorar por pasados de cristal o alimentar nostalgias infinitas, sino
de hacer y de empezar a decir más frecuentemente aquellas cosas que nunca
debieron dejar de ser dichas.
MJT
10/9/2017
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