domingo, 17 de septiembre de 2017

treinta y tres



Domingo de lluvia, mate y facturas-que-sobraron-de-los-ensayos-de-ayer.

Pienso que esta semana cumplo 33 años.
Es la edad que tenía aquel jípi de pelo largo y barba -que promulgaba ideales de libertad e igualdad social y hablaba del amor como principal valor- cuando lo crucificaron los poderosos de turno.

Pienso que aquel jípi se preguntaría hoy qué hicieron los poderosos con su hermano Santiago Maldonado. Y si vos no te lo preguntás, de nada sirve que adores sus imágenes de piedra.

Pienso también en otro jípi al que mataron porque también hablaba del amor como lo único necesario y era una voz muy fuerte en la lucha contra el negocio de la guerra imperialista.

Pienso que unos años antes, otro (más combativo pero no menos idealista) nos instaba a sentir en lo más hondo cualquier injusticia contra cualquiera en cualquier parte del mundo.

Pienso que otro jípi nos enseñó a buscarnos a nosotros mismos, a cuidar con amor este jardín de gente, a construír un mañana mejor.
Y otro nos cantaba -cuando aún no entendíamos- que la persona que amas puede desaparecer, y nos ordenaba encender los candiles porque los brujos pensaban volver a nublarnos el camino.

Pienso que todos ellos llevaban la libertad como bandera.
Pienso que en el fondo siempre fueron el mismo (y quizás por eso me dejo la poca barba que me crece y el pelo largo, porque yo también soy un poco todos ellos).
Pienso que uno elige, afortunadamente, quién quiere ser y a quienes quiere parecerse en esta vida.

A mi, todas esas enseñanzas me definen. O por lo menos, intento que así sea en la cotidiana lucha contra las comodidades y las contradicciones.
Pienso también en los ensayos de ayer con Nameku y Escalera Banda, para la fecha del próximo viernes junto a lxs amigxs de Aireeria. Va a ser un hermoso encuentro, con festejos cumpleañeros, despedidas y bienvenidas, gente linda, caminos que se comparten y nos hermanan.
Pienso que no soy más verdadero que cuando estoy en un escenario haciendo lo que me apasiona.

Pienso que es tiempo de profundizar los encuentros verdaderos, de disfrutarlos más, de abandonar para siempre los miedos.
Que ya no es tiempo de llorar por pasados de cristal o alimentar nostalgias infinitas, sino de hacer y de empezar a decir más frecuentemente aquellas cosas que nunca debieron dejar de ser dichas.

MJT

10/9/2017

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